Y aquí una jauría de perros nazis protegidos con sus bozales para evitar que al hablar, la mierda que les hierve en el cráneo vacío y rezuma a la boca, ensucie el rostro del que tienen enfrente.
Obsérvese el típico gesto neurótico de revisar continuamente la posición del bozal en el hocico de los jerarcas nazis españoles y sus colaboradores.
También se trata de propaganda nazi sanitaria institucional sobre lo bonitos que son los perros con bozal y con la puta boca callada (esto para la chusma).
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