miércoles, 2 de febrero de 2011

Dios, la segadora


Dios es un cortacésped caro en un mundo sin césped. Consume demasiadas energías y tiempo para hacer absolutamente nada.
Podría afirmar que Dios no existe, pero si lo hiciera, la chusma dejaría de cuidar y quitarle el polvo al inútil cortacésped y tendríamos otro cacharro más abandonado en el barrio, donde los niños se podrían cortar al acercarse para jugar.
Es mejor que los idiotas sigan creyendo en corderos, panes, verbos y toda esa mierda. Por lo menos mantienen limpia la calle.
Yo, por mi parte, no tengo césped ni creo en otra cosa que el placer que sale directo del miembro dejando una estela blanca.
Tal vez sea un poco ateo, pero a mí no me pagan suficiente para pasarme horas limpiando y cuidando el cortacésped.
Dominum vobiscum (y el cortacésped también).

Buen sexo.
Iconoclasta