Ha venido a decir a los decadentes jerarcas nazis de las antiguas democracias europeas, que cada uno en su casa hace lo que le sale de la polla; y hablando de polla, que no le toquen los cojones. Y si quieren tocarse, que lo hagan entre ellos solitos.
Y vamos, que eso de libertad y derechos es algo que tiene colgado en el toallero del bidé para secarse el culo y no tiene caso.
Ha debido zanjar la cuestión advirtiendo a los pusilánimes europeos: “Vosotros no sabéis lo que es el dolor”.
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