Si el apóstol Santiago existiera o hubiera existido y se estuviera tomando un café, lo escupiría al oír al rey hablando de “sueño de democracia en España”.
Yo imagino que cuando las ranas aún tenían cuatro ojos y ocho patas (cuando el caldo primigenio); “democracia” debería significar algo así como piedra, sílex, terremoto o el lamento de un hueso roto.
Y así se conservó confusamente el concepto de democracia en España, hasta los antepasados y hasta los contemporáneos fascistas nuevos y normales. Y por eso Santi debe lavar por quinta vez la túnica, al escupir el café en un ataque de risa e incredulidad.
Porque si no fuera porque llevo ya más de año y medio viviendo en un estado penitenciario de mierda, también me reiría.
Para conservar el humor hay que estar en el cielo, en el infierno o lejos, muy lejos de España.
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