domingo, 4 de julio de 2021

La electricidad, la comida y la estrechez


La vaca con mucho cuidado, come de donde puede y a juzgar por la desmesura con que abre su ojo, desearía ser jirafa en ese momento tan embarazoso.

Ser jirafa y no haberse metido en una senda tan estrecha. Seguramente estará pensando que si dios hubiera querido que comiera de las altas hierbas, le hubiera dado un cuello muy largo. De color amarillo con motas negras.

Tan estrecha la senda y tan cerca de los alambres electrificados…

También debe estar ahora saludando telepáticamente al padre del ganadero que a bien tuvo hacer un caminito pegado a la alambrada. O tal vez fuera, que alguna “amiga” que aún ríe mugiendo allá atrás en el prado; le dijo hace media hora: “Por allá, por donde el camino es tan estrecho, encontrarás los mejores pastos, te lo juro, hermana vaca”.

Y la hermana vaca decidió probar pastos más sabrosos porque aquella amiga suya, de gran talante cristiano, así la ilusionó. Y de paso aprender algo que no tenía por qué saber y que maldita la gracia, ya que no es una vaca electricista.

Porque la expresión de su ojo, no solo indica que tiene hambre, sino que ya ha tenido una buena lección de sabiduría sobre la electricidad y sus voltajes.

También, o al menos yo lo haría, debe pensar que es una tarde mierda.

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