miércoles, 28 de julio de 2021

Atletas blanditos

 

Estos atletas (pongamos jugadores) blanditos que se retiran por el calor (y no extremo, porque en México se hicieron unas olimpiadas a mayor altura y con más calor con toda probabilidad), al igual que alguna gimnasta que se ha retirado por miedo a perder o por lo que sea que se haya inventado; son ni más ni menos la más clara muestra de que la decadencia de la sociedad, su cobardía, su inmovilidad, su falta de empuje, etc…; se extiende como una mala enfermedad en todas las actividades, trabajo y educación. Posiblemente el coronavirus los ha llenado de miedo y escuchar la tele los ha convertido en perezosas marmotas sin capacidad de sufrimiento; pero quien es capaz de llevar sus aptitudes al límite debería ser inmune a la cobardía del fascismo y su populismo para deficientes mentales.

Porque lo que destaca en un atleta es su capacidad de sufrimiento para el entrenamiento para luchar por ser el mejor. No para llorar como niños de cinco años.

Y nadie les pide que mueran, simplemente que jueguen y demuestren que se han entrenado. Para eso está retirarse o perder. Y no con la indignidad de llantos cobardes ni otras mariconadas.

Incluso los más altos valores de la fuerza humana (esfuerzo, resistencia y capacidad de superar el sufrimiento) se están yendo a la mierda junto con la determinación y el valor que el nuevo y normal fascismo del coronavirus aprovechó su inexistencia para encerrar a todo el mundo y prohibir incluso la respiración; para parasitar las más básicas libertades.

La olimpiadas de Japón son las de la decadencia, la cobardía y la degeneración. No las del coronavirus, sino las del fascismo más venenoso que ha existido.

Yo pedaleo con una pierna podrida a pleno sol y a 39º C y no lloro de mierda, tengo mis cojones.

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