Grandes escritores (¿o famosos simplemente?) han creado personajes inolvidables que en el imaginario de la humanidad, se han convertido en los más diversos paradigmas de la ética, la mezquindad y el crimen.
Y maldita la gracia en algunos casos.
Aquí tenemos a Uriah Heep, la personificación de la envidia, la codicia y el arribismo y su mezquindad, en la novela David Copperfield de Charles Dickens,1850. Y su actualización a 2023, el Caudillo Español.
Sinceramente, prefiero una actualización de Barbarella y su potencial masturbatorio.
Las dos versiones de Uriah Heep son deprimentes; pero la actual, además, es de un inquietante, delictivo y sórdido realismo.
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