En España está visto y así legislado que las elecciones “democráticas” son un acto de dios y fe, por lo cual se ha de guardar una jornada de ayuno mental para digerir toda la mierda que han soltado los políticos. Prohibido hablar de política un día antes de votar. Cualquiera diría, sin conocer a España y los que la habitan, que se trata de un estado místico donde hay santones colgándose cosas de los genitales, como en la India; donde votar es una ceremonia de transición a un estado profundo de la psique.
Y si no fuera ya bastante terrorífico ver al Caudillo Español Nazi Homosexual mentir, pervertir leyes y corromper las instituciones; el día místico nacional pre-votación (puro teatro de distracción nazi), se dedica a mal pedalear en la bici. Y sólo se puede deber a que piensa imponer un nuevo impuesto de usura a los ciclistas y pedalea para inspirarse en la redacción del nuevo decreto de usura.
La maricona fiebre de la gente adulta y sobre todo en políticos por ver Barbie es un anhelo parafílico propio de una sociedad decadente e imbécil. Un fetichismo propio de la Roma de Nerón decididamente carnal, que conlleva a desear tener una Barbie plástica a tamaño natural y así, los machos metérsela o a las hembras practicar asépticas tijeras con ella. O sea, sudan copiosamente desde que empezaron a surgir escenas y cotilleos del bodrio de película.
Porque seamos sinceros, la intelectualidad o arte de la Barbie, es absolutamente inexistente. Es justamente un bodrio a medida de una sociedad global infantilizada que tiene la intelectualidad tan metida en el culo que no hay forma de llegar a ella si no es empujando con una baqueta hacia la boca.
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