Por lo visto, los padres cabestros van a tener que llevar a los niños a un psicólogo por un pinchazo.
Bueno, si los cabestros tutores o padres, tienen todo el puto día la tele encendida, no me extraña que sus hijos padezcan neurosis.
Si fuera un trasplante de médula, lo llevarían al Vaticano, a bendecirlo.
La catequesis del nuevo y normal gobierno penitenciario fascista español del coronavirus no cesa.
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