viernes, 6 de noviembre de 2020

Metafísica o metahastío


En su Metafísica, Aristóteles no consigue comprender sus propias ideas. Debería ser un anciano con las neuronas muy, muy, muy enfermas.

Filólogos, filósofos y otras rarezas que han pretendido entenderlo, han hecho girar una botella vacía de cerveza en el suelo para elegir una explicación que publicar en su ensayo.

Y los que no han leído a Aristóteles, sonríen ufanos de no haber perdido un tiempo precioso entre “del ser en tanto que ser”, “la unidad en tanto que unidad” o “la sustancia en tanto que sustancia”.

Aún me rechinan los dientes al evocar las seis primeras páginas de El Castillo de Kafka y su mediocridad, monotonía y repetición de las vicisitudes del puto agrimensor K.

El Castillo lo convertí en combustible para una hoguera de verbena de San Juan; la Metafísica es en formato electrónico, enganchado a un libro de “grandes” obras de la literatura o antología y no lo puedo quemar. Pero puedo colocar un comentario donde me salga la polla avisándome a mí mismo del hastío de leerlo e insultar a Aristóteles.

Tropezar dos veces con la misma piedra, resulta tan vergonzoso, como embarazoso e irritante.


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