Los animales nos cansamos de tanta lluvia. Necesitamos secarnos.
La libertad puede ser tan fría como calurosa, tan húmeda como seca, tan violenta como serena.
Tan bella como hermosa.
Y así te recuestas en la hierba al sol o te escondes en la fronda del bosque.
Y sin darte apenas cuenta has hecho del planeta tu hogar y de tu casa un mal menor.
Porque cuando te alejas de la naturaleza, por cerca que estés, sientes que pierdes el tiempo malgastándolo en un lugar que ya no es tuyo y limita demasiado tu horizonte, ergo tu libertad.
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