Una epidemia en una sociedad decadente, ignorante y cobarde es causa de destrucción.
Son tiempos, además, en los que se castiga el valor y la determinación de vivir para que los políticos cobardes y sus también cobardes votantes, no queden en evidencia ante unos pocos, muy pocos.
De nuevo, junto con la epidemia surge otra infección paralela: la envidia.
Una sociedad cobarde jamás debería sobrevivir a una epidemia, estropearía peligrosamente a la especie humana.
Las sociedades decadentes deben morir, extinguirse definitivamente.
Y mientras ocurre, la muerte, aconsejo dosificar en la red de agua potable anticonceptivos para evitar su reproducción, ya sea voluntaria o accidental.
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