El amor es una dulce desintegración. Se desgastan las pieles, los labios y el alma misma con el íntimo roce de los amantes, a veces sereno, a veces embravecido.
Lo que resulta realmente extraño es que los amantes sigan existiendo a pesar de la eternidad que acumulan en su sensual y carnal desgaste.
¡Qué valientes! ¡Qué recios!
Qué locos los amantes que como a los arrecifes, las olas del amor erosionan.
Y el mundo se desmorona a su alrededor sin que les importe.
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