No se pensaría nadie, ni por un momento, que todo el mundo es un cabestro que acepta un bozal (mascarilla en argot político) para pasear o moverse a cielo abierto ¿verdad?
Y que nadie se arriesga a ser encarcelado o multado por la policía de un país satélite de la dictadura china por no llevar un bozal ¿verdad?
Porque el año pasado el bozal de la humillación y la obediencia quedó tatuado en el hocico de millones de cabestros de forma indeleble. De tal forma, que con el segundo decreto del 2021-2022 que prohíbe respirar, no ha sido necesario que nadie se lo pusiera, puesto que ya lo llevaban en el hocico de una forma natural y cotidiana.
Es más, si se lo quitan, se vuelven a enfermar (no de coronavirus) con lo cual el nazismo español decreta otra nueva ola de coronavirus sin problema alguno.
España es muy peligrosa para hacer turismo, tanto como Italia, Canadá, Austria o Australia; está bien, un poco más peligrosa que en estos países nazis.
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