La UNESCO va a designar a la raza española o ibérica como especie protegida dado su carácter temeroso, cobarde, enternecedoramente manso y su gran aprecio por el nazismo penitenciario homosexual sanitario español, que la hace tan sugestionable ante los apocalipsis predicados por los grandes profetas nazis españoles en el gobierno.
No necesitan ni perros policía para encarcelarse ellos solitos, toman su correa entre los dientes (en el dudoso caso de que no lleven bozal) y se meten en sus establos más contentos que mierda en bote.
Y por la glorificación del símbolo nazi español, el bozal (mascarilla en jerga nazi), que los hace los cabestros más cabestros del mundo mundial en cuanto a la profilaxis (misteriosa palabra donde las haya para la cultura española), llegando incluso a usarlos como bufanda y glamurosa prenda de vestir habitual. Van a ocupar en las estanterías de las jugueterías, el lugar de aquellos muñecos llamados Temblors, que con solo tocarlos se cagaban de miedo. Es precioso…
Prácticamente España vivió bajo el Reich Nazi veraniego 2022 una auténtica Noche de los muertos vivientes. Y de día, se ocultaba ante la amenaza de los rayos desintegradores que envía el sol viviendo la pesadilla de Mars Attack! versión paleto-provinciana.
Lo del orgullo de ser la ciudad con más paro en España, lo dejo para otro día, porque comentar la prensa puta del nazismo español es agotador.
No me entretuve en mirar el nombre del pueblo que se inventó la prensa porque me da fatiga leer tanta propaganda institucional; pero bien podría ser cualquier ciudad Australiana, como Melbourne sin ir más lejos, que también tienen sus plusmarcas en cobardía y un nazismo casi tan virulento como el español.
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