jueves, 10 de diciembre de 2020

Yo y mis superpoderes


Ya de noche a las 18:30 y a 3º Celsius de temperatura, tomarse una cocacola y unas patatas bravas en la mesa del bar en plena calle y fumando con los pezones duros por el frío, es liberador.

Pero ante todo, de muy macho. Supermacho…

No intentéis hacerlo o se os comerá el frío y el coronavirus que seguro anda por las deliciosas patatas que me como entre eructo y eructo; la cocacola, además de engordar la titola es asaz digestiva. Yo puedo hacerlo porque soy SuperIconomacho.

Y mientras me fumo el segundo cigarrillo, medito profundamente sobre la aleatoriedad de las erecciones y lo dura que es la bragueta del pantalón que me está jodiendo.

Y entre patatas picantes, cocacola y tabaco concluyo que, Los Vengadores llorarían avergonzados de ver la calidad y potencia de mis superpoderes.

Por lo cual estoy pensando en hacerle un favor a la humanidad y donar unos litros de mi preciado semen para mejorar la especie humana de una vez por todas (está visto que si no actúo se convierten todos en cerditos) y de paso, que saquen de ahí también la vacuna para el coronavirus, que la doy gratis si hay suficientes hembras buenorras para desear preñarse de Mí, incluso de quintillizos; no respondo de los superpoderes de mi leche, son tan potentes como imprevisibles.

Y ahora me voy a casa a empezar a sacar leche para el banco de esperma.

Lamentablemente, no voy con mascarilla, ya que en el bar no tenían servilletas y la he usado para limpiarme la boca, los dedos y las manchas de salsa que han caído en el macuto.

Super Iconoclasta os desea unas felices corridas si el coronavirus y el gobierno fascista español (o cualquier otro de las fascistas democracias que existen elegidas al azar) os lo permite.

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