miércoles, 23 de diciembre de 2020

La segunda ola de represión fascista a cuento del coronavirus


Dada la calidad y magnitud de este nuevo fascismo surgido como un parásito en el propio núcleo del coronavirus y ante la segunda fuerte ola de represión que ha decretado el gobierno, hay que tener en cuenta una serie de precauciones y conocer la verdadera esencia del instrumento con el cual van a llevar a cabo el robo de vuestras libertades e incluso amenazar vuestra propia vida: la bofia de los nuevos fascismos emergidos como una infección más.

La presunta amabilidad de la bofia es un escupitajo de veneno. Debéis ser conscientes del peligro que corréis cuando un madero, sea de la administración que sea, se dirige a vosotros.

El cerebro de los perros del fascismo tiene programada la premisa de que sois delincuentes, una peligrosa bomba biológica.

Su mirada desconfiada y paranoica los delata. Estad atentos a los detalles si no queréis que os arruinen e incluso os hieran.

Si un madero se fija en ti, además de la envidia de saber que en el fondo no tiene ninguna libertad, le mueve el deseo de cometer abuso de autoridad. Es un hecho de las dictaduras del pasado que se mantiene plenamente vigente en los fascismos de las falsas democracias de esta época de coronavirus. Hay que decirle a todo que sí y pedirle perdón incluso cuando te denuncien por nada, porque de lo contrario, además de la multa, te harán todo el daño que les sea posible cometer; es pura técnica de supervivencia en las épocas más oscuras. Si a la bofia los llamáis “agentes” se sentirán mejor y bajaréis un punto su ferocidad psicótica.

Las fuerzas armadas de todo régimen fascista, sea capitalista o comunista, son invariablemente corruptas; tenedlo presente.

Ocultaos de su vista cuanto podáis. Siempre encontrarán razones para joderos.

No olvidéis nunca la premisa que les han grabado en el cerebro: vosotros sois el coronavirus.

Id con mucho cuidado en el coche, no les hagáis esperar ni un segundo si os piden alguna documentación, están de servicio ante delincuentes que están de vacaciones y esa envidia los hace tan peligrosos como jabalís en celo.

Por otra parte, en toda dictadura o sistema político basado en la corrupción, la única forma de ascender en el escalafón es demostrar ante los amos una gran capacidad represora, sancionadora, corrupta y si además es violenta, un simple madero ascenderá rápidamente a capitán.

Que nadie caiga en la ingenuidad de creer que la bofia del régimen fascista tiene la misión de velar por el ciudadano y su seguridad.

Son animales fieros, volubles y con la suficiente incultura para incurrir en abuso y creerse con absoluta fe, que son los guardianes de la justicia, el decoro, la moral y la obediencia ciega.

Id con mucho cuidado, las fiestas prolongadas como las de navidad, los hace especialmente ariscos.

Si veis a la bofia, alejaos cuanto podáis de ellos. Si no tenéis más remedio que someteros a sus interrogatorios, dadle la razón en todo, ya que a la multa, podríais añadir una agresión en forma de descarga eléctrica o porrazo.

No es broma, evitadlos. Usad las mascarillas cuando no estéis seguros de su ausencia o cuando en recorridos urbanos, os los podáis encontrar de cara.

Y cuando por fin os encontréis en un lugar en el que podáis respirar decentemente, estad atentos también a los otros perros que son sus confidentes: vecinos venenosos y urticantes que os harán muchas preguntas con hipócrita afabilidad para denunciaros. El sistema está podrido y las personas decentes corremos un gran riesgo.

No os deseo unas felices fiestas, me conformaré con desearos suerte con la bofia y que no os encontréis con ella.

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