sábado, 12 de diciembre de 2020

Un sol amable y un viento cabrón


Hoy, tras dos largas semanas de frío intenso, ha subido un poco la temperatura, hace mucho frío, pero es más soportable que ayer, por ejemplo.

El sol calienta, hace lo que debe y no porque me tenga una especial simpatía.

Y un malvado y gélido viento quiere arrebatarme ese calor. ¿Estará celoso del sol? Romanticismos aparte, el viento también hace lo que debe, además, es su turno, el invierno.

Sin embargo, después de tantos días de intenso frío, el viento causa esa sensación de maldad, como si se hubiera quedado con ganas de congelar todas las cosas, orgánicas e inorgánicas. En este instante es como si se hubiera propuesto intentar enfermar mi cuerpo al saber que estoy al sol.

Sé que no soy el único al que le azota el frío aire; pero para esto escribo en lugar de hablar con nadie; para ser el único humano del planeta.

Quien quiera ser importante que escriba sus propias frustraciones y no molesten con su envidioso y egocéntrico: ¡Y yo también! ¡Y yo también!

Insultar, denigrar y despreciar con ingenio requiere nacer con ciertas habilidades. Ocurre lo mismo con los hijos de puta: nacen.

Y si no nacieron así, aprendieron rapidísimo. La mayor parte se hicieron políticos y luego presidentes; después mediocres dictadores que enferman y aprisionan a sus votantes subnormales que obedecen y aplauden las medidas de represión y hambre, con mucho más entusiasmo que las piaras de cerdos pastoreadas hacia el corral.

Y ya está, es todo lo que tenía que decir: hace un sol acogedor y un viento helado del carajo.

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