Los graznidos de los dioses y sus iluminados en la tierra, guían a los hombres y mujeres al final del cortante acantilado de paredes sucias de excrementos de gaviotas. Y avanzan empujándose unos a otros.
Otra vez lo que ocurrió ayer…
Con rostros radiantes de fe buscan más allá la hostia que es gratis y una resurrección en un lugar mejor que el mundo que su propio dios les creó.
Los que no caen vuelven a la pequeña choza por la que dan gracias a dios y buenos días todas las mañanas; y se reproducen. Se reproducen con paranoia para preservar la mediocridad.
Es lo único eterno, el bucle que se repite, se repite, se repite…
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