domingo, 20 de diciembre de 2020

Una diosa en el horizonte


Cuando miro hacia el brumoso y lejano horizonte, hacia las lejanas montañas, siento el acuciante y desasosegante deseo de viajar a ellas. A pesar de que me encuentro en un paraje frondoso, en los mismísimos bosques que tapizan las montañas.

Y eso se debe a que cuando pienso en la lejanía, es porque te evoco.

Cualquier movimiento hacia cualquier lugar, me lleva a la convicción de que me acerca más a ti.

¿Ves, cielo? No miento cuando afirmo que estás en todas las cosas, en todos los lugares.

Cuando te digo diosa, no sonrío. Soy absolutamente profundo, no hay banalidad alguna por muy incrédulo que sea hacia la teología y sus liturgias.

Estás en mi cabeza sin tregua. Y en mi corazón que pierde un latido de tristeza al buscarte en los horizontes todos.

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