lunes, 8 de noviembre de 2021

El crecimiento de la especie humana debe moderarse


Los lunes, insisto, en la naturaleza son los días más serenos.

Y se debe a que los animales descansan de la invasión humana del fin de semana.

No es una percepción romántica la mía. Es experimentación y una instintiva y vieja sabiduría.

La humanidad agobia al resto de especies del planeta.

Y ello se debe a que el humano es un accidente en el planeta, en la naturaleza; un defecto. Tal vez la especie humana surja de alguna mutación por la radiactividad que produjo el choque de un meteorito, como el que dicen que extinguió a los dinosaurios.

La humanidad es una plaga que al igual que las termitas, hormigas o langostas, lo devora todo.

Con el añadido de que no hay ningún animal que coma humanos. ¿Será por asco?

Benditas sean las guerras, masacres y catástrofes naturales y radiactivas, que aunque escasamente; moderan la población humana. Poco es mejor que nada.

Todo indica que la era del coronavirus que se inició en el 2020, será la era una nueva guerra planetaria.

Se huele en el ambiente.

Ya hay problemas de desabastecimiento en una gran crisis mundial originada por la acción extorsionadora, usurera y ambiciosa de los líderes de los nuevos gobiernos nazistas del coronavirus, en lo que se han convertido las caducas y decadentes “democracias” occidentales.

Está bien, una gran guerra que dure cinco o seis años, con toda probabilidad (si no aniquila a la especie humana) pondrá las cosas en su sitio. Y esa cobardía e inmovilidad de una humanidad degenerada, dará paso a gente con más ímpetu y afán de reconstruir algo nuevo y quemar las miserias en las que actualmente estamos sumidos.

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