Ya no me extraña nada, ni siquiera que en los hospitales desconozcan la existencia de las cuñas o los orinales para mear.
El microcuento o microdrama está bien, parece un escena de la peste de la edad media. Falta alguna escena que hable de como exprimen los bubones los médicos y un sacerdote, lleno también de bubones, dando bendiciones a los que van a morir.
Y las ratas comiéndose los envoltorios de las jeringuillas y gasas ensangrentadas.
También la quema de cadáveres y un carretillero bien surtido con ellos deambulando por calles empedradas.
Lo que no faltará es público que se muerda las uñas con horror al leer semejante fasciodrama, porque la ignorancia lleva de la mano la fe y su inmensa credulidad.
Es que la imaginación nunca ha sido una virtud en el fascismo. Más que imaginación, se decantan por un tácito genocidio y una propaganda muy del estilo de la URSS, del Partido Nazi Alemán o bien, a lo chino de la cacareada república popular, dueña de España.
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