Si algo tienen los fascismos, es su inmenso amor por secuestrar gente para protegerlos de si mismos. Y claro hay gente que pide que los liberen porque nunca sabes cuando va a morir un viejo (como yo, no soy un melindroso eufemístico). Por ello, antes de que se mueran, les piden a sus jerarcas fascistas, que les den alguna hora de libertad.
Parece que el Nuevo y Normal Fascismo Penitenciario Español del Coronavirus, ve a los viejos como monos a los que hay que tener encerrados y que como son eso, viejos, para qué coño quieren libertad si ya no les queda apenas tiempo de disfrutarla.
Nunca había sido tan fácil y tan cotidiano en la historia que un gobierno encarcele y secuestre diaria y cotidianamente a sus habitantes.
Y al igual que en la Alemania Nazi, que tanta gente obedeciera los designios y decretos de un hijo puta, hasta tal punto de sentir una enfermiza religiosidad por sus caprichos, sadismos y delitos.
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