Se colapsan los sentidos y se me escapa por la boca el mismo aliento que como un velo nos cubre a mí y al mundo.
La soledad tan fría y tan cautivadora...
No quiero volver a casa.
Un silencio y quietud que bien podría ser una muerte serena.
Quién lo diría, un incrédulo atónito ante un sagrado velo de sutil hielo.
Se pierde un latido del corazón por el frío y el siguiente por el silencio que flota como un halo, que roba con dulzura el calor de la vida.
Es tentador morir un rato.
Es lógico.
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