Se puede decir que si eres feliz, es porque estás en el momento y lugar oportunos.
Yo lo estoy, pero no me hace feliz.
Hay cosas que se arrastran por la vida que no son para permitirse la banalidad de ser feliz. Mi vida es demasiado importante como para resumirla con un ataque de estúpida euforia.
Jamás renunciaría a todo lo que sé, a mi absoluta seguridad en mí mismo.
Y eso no me hace sentir feliz, me hace sentir firme.
La infancia y la juventud fue una etapa que, desgraciadamente, tuve que experimentar. Si pudiera nacer de nuevo, quisiera nacer con esta edad, con este cuerpo y sobre todo con mi pensamiento cortante.
Cuando alguien dice ser feliz no suelo profundizar en el tema, me sentiría incómodo y un poco culpable de decirle lo que pienso. Porque ser feliz en este tiempo y lugar, podría ser el síntoma de una seria patología psicológica e incluso psiquiátrica.
Algo que no me importa demasiado porque la felicidad es una entelequia, un sofisma de frustrados. Y no encuentro ninguna razón para que en los demás sea cierta. Soy demasiado viejo para la candidez facilona.
A menos que se tenga una cantidad realmente pornográfica de dinero. El suficiente para comprar seres humanos. Eso es muy posible que me acercara a la felicidad.
Ahora me conformo con la tranquilidad de mi certero pensamiento como máxima consecución de un estado de equilibrio mental y absoluta certeza de lo que es y ha sido el mundo.
Si me dijeran que apretando un botón el mundo desaparecería, no me causaría ningún trauma sopesar la posibilidad de presionarlo. Estoy seguro de que haría lo correcto y lo correcto es lo que deseo.
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