Hay tanta soledad en algunos momentos, que llego a pensar que he perdido la voz.
Y sonrío muy astuto ante la posibilidad de un mutismo. Es liberador.
Va en contra de lo social y la comunicación, pero cuando has pasado las tres cuartas partes de la vida asintiendo a hipocresías y sandeces, se agradece la disfunción comunicativa.
A veces oigo a patos y cuervos discutir y pienso en qué momento los humanos perdieron las plumas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario