Pero todos comparten una soledad sin consuelo aunque no lo sepan.
Nadie encuentra a nadie en el lugar y tiempo adecuado.
Se conforman o contentan sin remedio con sucedáneos efímeros de amor y cariño.
Y así, la muerte y el nacimiento, la sed y la saciedad, se convierten en las cosas menos preocupantes; porque se resuelven de una forma fácil y natural en el medio que viven.
Tal vez, con ignorar la soledad, todo el misterio de la vida se resuelve.
Pero es una entelequia, cuando se ama, la soledad irrumpe a caballo del ansia y el miedo.
Estamos perdidos.
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