Es una ameba que se fija en algún nervio y obliga a las manos a acariciar el aire, buscando lo amado.
Y es por ello ese cansancio que siento al amar, esa dulce desidia que me debilita, que me aturde.
El amor fagocita mis fuerzas con una deliciosa narcosis.
Los enamorados al abrazarnos parecemos cansados, casi derrotados.
Posiblemente así sea de verdad; pero qué extraño que a pesar de esa debilidad, abrazo con la fuerza de un titán.
Nos da un aire romántico y trágico ese desfallecer.
Y una hermosa sonrisa cansada... Estás preciosa cuando tus labios apenas abiertos, toman aire bendito y tu piel brilla con un sudor que parece rocío.
Es precioso mirar el cielo con los ojos cansados y el alma ardiendo. ¿Ves el amor? Si observas el aire fijamente, ves esas amebas transparentes que cambian y flotan ingrávidas.
Necesitamos descansar, yacer abrazados unos instantes, o una eternidad.
Una vez recuperados, te penetraré el cuerpo y el alma. Y tú me harás esclavo, me robarás mi voluntad.
No existe un cansancio tan grande que lo pueda impedir.
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