miércoles, 13 de septiembre de 2023

tg--Los tenderos ambulantes concienciados en la omnipresente homosexualidad--ic

Si acudes a un puesto ambulante de mercado, por ejemplo a comprar queso, y vas acompañado de tu hijo (o un amigo sin interés sexual alguno por tu culo), el quesero simpaticote y cordial os saludará efusivamente:

¡Hola guapos!

Da por supuesto que sois una pareja de maricas.

A mí me importa una mierda lo que piense y tampoco lo voy a desengañar. Y menos tan cruelmente ante la alegría con la que nos saluda, no quisiera que se pusiera a llorar por una tontería.

Sin embargo, es muy llamativo que un padre y un hijo o dos amigos, sean ya por norma un par de maricas (o transexuales) en la conciencia infantil, cortita y accesible de la chusma, en ese pensamiento tan sectario y limitado del cabestro tipo de esta sociedad homosexual.

Por lo tanto, si una mujer compra sola, se la supone tortillera.

Si un hombre compra solo, es maricón.

Si compra una pareja de mujeres, o son tortilleras o transexuales.

Y si compra un menor de edad, el quesero sarasa se verá en un aprieto para no parecer pederasta o poco sensible a la sexualidad indefinida (porque por mucho que parezca hembra o macho, nunca se sabe) del joven cabestro que le pide los doscientos gramos de tierno cortado fino.

Tiene la chusma votante tal conciencia de homosexualidad, que no cabe otra opción más que ser maricón, tortillera o transexual. No existe ninguna otra relación social desde que definitivamente se implantó la dictadura nazi homosexual carcelaria española, mediante la infección por coronavirus o covid 19.

Han asimilado del catecismo nazi homosexual que entre dos hombres, dos mujeres o padres e hijos adultos, amistad es darse por culo o meterse cosas.

Sí, definitivamente en esta sociedad nazi homosexual, no está bien visto ser biológica y sexualmente sano o heterosexual, es una falta de educación imperdonable.

Cuando nos vendió el queso a precio de diamante puro, sí que comentamos lo muy pintoresco y frívolo que era el cordial y julandrón quesero; a pesar de la desinhibida estocada en el precio de las cuñas de queso.

Luego, caminando entre los diversos puestos no dejamos de oír el “holaguapos” como si fuera una canción de Rosalía por lo repetido. Y definitivamente nos sentimos transportados a Mariconiland City, ciudad feliz y julandrona donde las haya.

Hay que nacer para ello, a mí no me sale saludar a un par de tíos con un “holaguapos”. Me sentiría incómodo, me picarían las palmas de las manos nerviosamente.

No consigo sentirme maricón por muchos dogmas que me venda el Estado Fascista Maricón Carcelero Clima-sanitario Español.

Soy así de hermético. Llamadme puerco si queréis, que me suda la polla.

No hay comentarios: