Los jerarcas que con el coronavirus convirtieron sus ciudades en campos de concentración humillando, arruinando, acosando, extorsionando, enfermando, segregando y asesinando a las clases bajas o trabajadoras o jubiladas; tienen cuentas pendientes que pagar por su enriquecimiento nazi a costa de la dignidad y la pobreza de esas clases no privilegiadas.
Se les guarda más que un razonable rencor; odio más concretamente.
Todos aquellos políticos y funcionarios del 2020 que se sintieron dioses tratando como mierda a los trabajadores o clases bajas con su negocio del coronavirus, deben muchas ofensas, muertos y ruina.
Afortunadamente el tiempo no lo cura todo y donde las dan, las pagan.
Que se jodan.
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