Al prohibir a los cabestros respirar decentemente, todo el que ha llevado bozal se ha aislado del rebaño y se ha ido a tomar por culo la cacareada inmunidad. La cobardía y el fascismo tienen sus particulares biologías, idiotas.
Lo de las vacunas es muy gracioso, su inutilidad: ni siquiera se sonrojan de anunciarlo.
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