Pues yo no soy maricón y disfruto de mi exclusión, de mi propia y cultivada exclusión de mi entorno de idiotas.
Así, que no le veo el drama. Tanto es así, que ni aunque fuera alcohólico, podría ver estos bodrios de películas y series.
Lo que ocurre es que como usan tantas letras para cantar al mundo lo que son, al final nadie se entera a qué carajo de secta, género o raza pertenecen; y claro, no saben cómo tratarlos.
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