miércoles, 31 de marzo de 2021

Si no eres un cobarde patológico, premio


En este momento y lugar obtienes dos buenos trofeos si no eres indecentemente cobarde: la libertad y la soledad.

Si ejerces aunque sea un mínimo de libertad en estos tiempos de la cobardía institucionalizada y adoctrinada por el fascismo impuesto por el coronavirus, te ganas la soledad con una facilidad que nunca hubieras imaginado.

Porque desde el mismo momento en que ejerces tu libertad, te quedas solo. Es algo que no admite discusión alguna.

Te encuentras rogando que por favor, la enfermedad continúe hasta que te mueras. La soledad sí que es bendición.

La libertad te da un aire exclusivo que provoca recelo y envidia en los cabestros y sus pastores, y una valentía que provoca incluso, el odio. Es lo que te lleva directo y veloz a la soledad.

Es lógico que se me ponga dura la polla en esos momentos de revelación.

En definitiva, ejercer la libertad en tiempos de cobardía y sus llantos te hace épico.

Hay momentos en los que tienes que ir a comprar tabaco y no queda más remedio que meterte el bozal en el hocico; pero dura poco.

Nada es perfecto, qué mierda…


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