jueves, 18 de marzo de 2021

A horcajadas


He aprendido que la muerte y el dolor van a horcajadas de la alegría.

Es un hecho tan previsible como inevitable. Tan trascendente como aciago.

Porque no puede haber alegría sin dolor.

Sin embargo, sí que hay dolor sin alegría.

No es pesimismo, no hay una sola brizna de depresión o angustia vital en mí. Es la pura comprensión de la vida.

En el lomo de la muerte no monta nada, asusta incluso al dolor. Al menos no engaña a nadie, salvo a quien pretenda ser estúpido hasta en su último latido.

Que también los hay: los que se están muriendo y dicen que todo irá bien.

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