No es que sea ésta, la de la pandemia de coronavirus, una época peligrosa. No le tengo miedo a un catarro o una gripe; por muy viejo que sea.
Es algo infinitamente peor contra lo que no se puede combatir; es repulsiva e indigna.
Cuando toda la humana cobardía, mezquindad y fe en los seres superiores del imaginario de la chusma (políticos, santones, sacerdotes…) se abren ante tus ojos como una inevitable escena pornográfica casera; se hace imposible digerir tanta basura humana.
Como si la chusma ignorante y supersticiosa de la Baja Edad Media, se hubiera reencarnado en los actuales y obedientes cabestros que forman la masa electoral o población.
No podía haber vivido peor momento que este, en el que me veo salpicado por la más sucias emociones del género humano. Y lo que es peor, no tengo un arma adecuada calibre 357 Magnum para mantener a la indigna plaga llorosa y quejumbrosa a una buena distancia de seguridad.
Los bozales crean un atractivo e irresistible blanco.
Me refiero a una diana, lelos y lelas; no al color del bozal; que por otra parte el más usado por la bofia y otros cobardes al uso es el negro u oscuro que adelgaza de mierda.
Me extraña mucho que no haya habido un subida de ventas de armas de caza y sus correspondientes licencias. Y es que, sin pretenderlo, por medio de la prisión y la pobreza que han creado las democracias fascistas y sus caciques, ministros y caudillos; hay un efecto colateral gracias al cual pueden los tiranos y estafadores, pasear muy tranquilamente su bozal entre la chusma con una buena sensación de seguridad de que no les volarán la cabeza con unas postas del doce. A todos los tontos (los nuevos y normales fascistas españoles en el poder) se les aparece la virgen.
O sea, como hay ruina, no hay dinero para comprar armas que utilizar para la defensa propia contra el fascismo.
Y si a tanta mierda le sumamos los tarados de siempre que, al igual que dicen del cáncer, piensan que el coronavirus es un castigo por un mal rollo psíquico; bien del propio cuerpo y una corrupta psique, o bien directamente de dios; aún es más desesperante vivir aquí y ahora.
Lo del proverbial y cacareado castigo de los ignorantes, bueno… A mí me la pela, sueño y me masturbo con lo muy sucio que he follado y me cago en dios.
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