viernes, 22 de enero de 2021

Reveladora visión del mundo fascista del coronavirus


Estaba fumando en el balcón esperando que el coronavirus volador me entrara en el cuerpo para disfrutar de mi particular aventura, cuando he visto a un niño corriendo con un bozal negro en el hocico por la acera. 

Y luego un adulto con paso presuroso y con bozal también.

No hay nada extraordinario en ello, pero mi percepción de esos humanos ha sido nueva, original, sorprendente y radical. Ese perfil de perro o hiena que muestran los que llevan bozal, me ha evocado a los perros del circo, esos que visten como seres humanos y caminan sobre las patas traseras, erguidos y haciendo estupideces sin gracia.

No puedo imaginarlos ya como humanos. Llevan el bozal con tal naturalidad, tan integrado en ellos mismos, que pareciera que nacieron con la mascarilla implantada. Se sienten bien, como si fuera normal respirar mierda y ser cosa sin identidad.

Y en verdad han mutado, se han convertido en bestias esclavas con un bozal para que no muerdan ni hablen.

Ignorantes de lo que son, caminan tan dignos…

Y también pienso que importa poco si viven o mueren. Como si se los folla un pez.

No puedo asumir como humano a un perro disfrazado de hombre, no es por el bozal simplemente, es la actitud; son una pieza bozal, hocico, obediencia y fe.

Las bestias esclavas son una consecuencia lógica de la evolución de una sociedad decadente, acomodada, cobarde y de un analfabetismo funcional; consecuente a su historia y su indiscriminada reproducción.

He lanzado la colilla a la calle y me he sentido orgulloso de mi pensamiento eficaz e inmisericorde.

Son malos tiempos para importar a nadie, sobre todo si te han cubierto la jeta negando tu identidad. Si no tienes rostro, no eres nada.

Es el mensaje inextricablemente unido a la estafa de la pandemia del coronavirus.

Hoy ha sido un día filosóficamente útil en el que de una forma cuasi mística he dado con la idea acertada, clara y veraz de los nuevos seres que ahora me rodean (cuando no puedo evitarlo, claro).

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