Después de aquella burrada suya durante la gran represión nazi por el coronavirus y su vacunación: “Vacunarse es un acto de bondad” (por lo que los no vacunados merecían morir a tiros o de hambre), que provocó verdadero fervor en todo el mundo, ya que la chusma no era valiente, ni inteligente y no podía pensar por sí misma; pero les abrió la puerta a ser ángeles de bondad. Y con esa beatitud, millones de vacunados iban a comer y emborracharse a los bares donde exhibían su brazalete nazi de vacunación y se contagiaban entre ellos mismos con alegría también homosexual.
Y por otra parte, es tan fuerte el fascismo instaurado en todo el mundo, sobre todo en Europa a cuento del coronavirus, que ahora el Papa se ve obligado a hacer espectáculos banales para limpiar la memoria nazi que quedó flotando por todo el mundo con sus mensajes de demonización contra la libertad y la propia salud. Y se disfraza de indio y pide perdón para perder el tiempo con maniobras de distracción como lo está haciendo el gobierno penitenciario fascista español con sus leyes de memoria histórica for dummys.
Ahora todos los gobiernos y sacerdotes trabajan constantemente para borrar la memoria de hace un par de años cuando instauraron un nazismo venenoso que prepararía la actual crisis donde los trabajadores comerán mierda para digerir la vacuna y el nazismo.
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