martes, 14 de junio de 2022

La cobardía y el borreguismo español al calor

Los africanos al leer esto, se mean de risa en sus desiertos.

Y estoy seguro de que si hicieran esos búnkeres la chusma española se daría bofetadas y se arañaría los ojos por meterse dentro a rozarse durante horas, como ovejas los unos con los otros para no sudar por el calor. Y cada cual llevaría su sillita de camping.

Y con el bozal bien calado en el hocico bovino.

Y luego encarcelamiento (confinamiento en jerga nazi) decretado por el estado de mierda en sus hogares para proteger su salud también de mierda.

Dada la imagen de mariconería de la vieja y deficiente población española que tienen los politicastros y jerarcas del nazismo español del coronavirus también deberían, a la entrada del búnker fresquito, proporcionar a cada habitante español maricón/a un pañal para contener sus excrementos y mantener un buen nivel de hedor en el recinto ovino.

La decadencia es absoluta, lo que interesa ahora, es que empiece la temporada del circo romano y echen personas a la arena para que las devoren los leones y los demás aplaudan enfervorecidos en las gradas.

Y si apretara más el calor y limpiara así los sobrantes humanos decadentes de demasiadas reproducciones innecesarias, mucho mejor. Porque sería un alivio al ecosistema y “a la calor” unas pocas de muertes. Bueno, está bien, unas muchas, hagamos las cosas bien.

Por último, para que todo sea perfecto, el Estado Penitenciario Fascista Español del Coronavirus va a convocar cien mil plazas de funcionarios niñeras que, como testigos de jehová, visitarán los hogares españoles, para evangelizar a las familias en los dogmas del neonazismo, que aprendan a respirar, comer, cuando y donde follar; y por supuesto, asegurar de que eduquen a sus hijos (ya dijo una ministra española hace tiempo que los hijos en lo que a educación se refiere, pertenecen al estado, no a sus padres) conforme a los dogmas de mansedumbre y obediencia al régimen fascista español.

Y además de todo esto, el caudillo se colgará una medalla en el pecho como condecoración y reconocimiento a su lucha contra el paro con una nueva nómina de cien mil funcionarios cuidadosamente seleccionados con el dedo.

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