jueves, 23 de abril de 2015

Un íntimo universo


Se derrama incontenible en palabras que se deslizan por su piel, un óleo perezoso que le da el satén de un mador vespertino, cuando su cuerpo se rinde al sosiego del atardecer, ya cansada.
Ya desnuda y libre.
Se funde todo el amor y las emociones que lo conforman en una bastarda erección, infame en su obscena y palpitante presencia, obsesionada y obsesionante por ser parte de ese universo íntimo y secreto.
Me hace clandestino en la penumbra, animal, acechante.
El amor se ha tornado erecto, escabroso, duro... Sin piedad de mí. No es digno, solo puede ser así; no hay albedrío libre ni esclavo, no hay elección cuando describe el universo, el suyo.
Un deseo insoslayable, inconsolable y mortificante llena las venas de mi miembro desatado. La sangre no sabe adonde ir: si al corazón, al cerebro o ahí, presionando bajo mi vientre.
Brillo como ella en la penumbra, sudando, bañado por sus palabras desproporcionadas en un mundo mortalmente vulgar en sus proporciones.
Su vientre es un valle dulcemente anegado y yo una bestia entre los árboles, fascinado y avergonzado, confuso, epatado, amando.
Ya solo queda desbordarme, incontenible e incontenido como son sus palabras: la cadencia precisa, la frecuencia hermosa.
Bruto y desnudo oculto ante ella.
Justo allá donde se rompen las dimensiones conocidas y ella traza las suyas.
Desesperado al otro lado de un espejo.
Un día de libros y rosas completamente fuera de lugar, así es su universo.
Así soy sometido.

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