miércoles, 22 de abril de 2015

Iconoclasta versus Lorca


No, ni siquiera en mis mejores sueños osaría poner mi nombre al lado de un escritor de verdad.
Lo que ocurre es que he tenido la feliz idea de tomar en la biblioteca Un poeta en Nueva York.
Mi cerebro no es muy eficaz con las complejidades de Lorca; pero soy tenaz y le pongo interés, lo juro.
Y a pesar de que tengo un mes para leerlo, lo releeré varias veces sin entender sus ideas, sus imágenes; pero sé que dejará una serie de emociones que luego, con el tiempo, podré describir. De momento me voy a conformar con intuir lo que el poeta quiere transmitir y asumirlo para mí como buenamente pueda.
Un día, transmigraré a un cerebro inteligente y leeré cosas que comprenderé antes de morir.
Aunque posiblemente pierda la emoción de sentir que algo profundo e indescriptible taladra mi alma.

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