miércoles, 8 de abril de 2015

La mujer y el cordero

No es una parábola de mierda, no es un cuento para niños. Yo no predico, no doy enseñanzas, me conformo con evadirme del mundo cuanto pueda.
Y fracaso como un idiota.
He visto como una mujer daba de comer con dulzura a un corderito que parecía sonreír.
Y he sentido una inexplicable tristeza, porque la anciana lo sacrificará con todo su pesar, como siempre lo ha hecho. Lo veía en su tierna forma de darle de comer y se me ha pegado a la piel toda esta ternura y tristeza como una peste contagiosa.
El corderito comía de su mano con esa feliz ingenuidad que deshecha cualquier idea de muerte o dolor. Con esa ingenuidad que hace del mundo pornografía a mis ojos.
He cojeado rápidamente para alejarme de toda esa pena y tragedia que ha hecho presa en mi ánimo.
Pobre mujer, pobre corderito, tan solos ante la verdad y la ingenuidad.
Respecto a mí, me parecía pertinente cruzar las vías del tren con las barreras bajadas.
Acabar.
Qué triste es la belleza a veces.
Qué mierda.

No hay comentarios: