miércoles, 15 de abril de 2015

Depilación extra

Hay cosas que no  cambiarán nunca: la estupidez, el abuso, la gravedad, los muertos y su hedor y el chocolate caliente.
Uno se afeita a la mañana para parecer civilizado, y a la tarde con el fresquito y el cansancio de un buen paseo, apetece un chocolate caliente. Con un toque de caramelo para ser más exacto.
Pero existe  una norma no escrita que dice: indefectiblemente te has de quemar los labios, no hubiera sido necesario que te afeitaras.
Muy zorro yo, he esperado minutos enteros sabiendo de esa ley no escrita, he fumado cigarro y medio luchando contra mi ansia de tomar ese chocolate deliciosamente dulce. Y he cumplido con el plazo de seguridad.
Da igual, ahora mismo no siento los labios, me siento identificado con los elefantes porque creo que ya no son labios, sino una probóscide grande como la madre que parió al elefante.
Eso sí, cuando he recuperado  el sentido del sabor en el paladar y el del tacto en los labios, he conseguido disfrutar de su dulzura y cremosidad.
Lamadrequemeparioamiyalchocolate...

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