Esa debe ser la famosa luz que ven los que dicen haber muerto, esa misma que me apuñala por la espalda y a la que no presto demasiada atención. La que me llama...
Me hace hostil al mundo, me hace escribir cosas que no debiera.
Sería fácil salvarme yo y al mundo con unas persianas.
Si tuviera ganas y humor para bajarlas, claro.
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