martes, 19 de mayo de 2020

Los árboles incinerados


¿Ves por qué soy un salvaje, cielo?
El sol incinera los árboles al salir.
Y a mí si no soy cauto y astuto.
Los taladra como un torturador agujerea los dientes.
Si los árboles tuvieran huesos, serían radiografías…
Es un mundo sin piedad, un nuevo día es arrasador.
Soy un salvaje porque sobrevivo en un lugar donde los árboles tienen que soportar la cremación como el bautismo de un nuevo día. Soy un salvaje porque nada me da miedo. Aunque temo mi ira autodestructora.
Aprendo de los árboles su resistencia, para amarte, para tenerte. Para florecer junto a ti aunque duela.
Y del sol aprendo su crueldad, no tiene piedad, no tiene cuidado. Así te follo.
Los árboles incinerados y yo despertamos furiosos al nuevo día, no hay motivo de alegría. Si vives, no esperes dicha; solo determinación para sobrevivir cada amanecer, hasta que la noche nos enfríe, nos de paz.
Susurrándote al oído un día del carajo mientas un tanto cansado, acaricio tus regios muslos obscenamente cerca de tu coño.

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