lunes, 4 de mayo de 2020

La Stasi catalana


Un coche patrulla de la Stasi catalana ha disminuido ostentosamente su velocidad para observar con ferocidad a dos madres que hablaban en la calle mientras sus hijos jugaban. Han llegado a pensar en bajarse del coche y multarlas o darles una paliza, a las madres y a los hijos. He oído sus pequeños engranajes cerebrales chirriar lentamente hasta decidir que mejor seguían buscando ciudadanos no acompañados para abusar de ellos sin testigos.
Son malos como el veneno.
Pero solo son malos para la gente inocente de cualquier delito, porque les faltan ovarios y cojones para acosar así a un traficante de drogas o cualquier otro delincuente.
Basta dar un paseo de cinco minutos por la sucia Barcelona para darse cuenta de que en las calles mandan los delincuentes y sus cojones.
También es proverbial, sobre todo en estas policías políticas que trabajan para mantener el abuso y la represión del Régimen Español instaurado con el Coronavirus, que cuando sus parejas sexuales no les dejan follar; salgan aún más rabiosos a las calles a joder a los inocentes. A patrullar con sus pequeños y estrechos cerebros con la dosis de inteligencia justa para redactar una multa o esposar a un ciudadano que no lleva el ticket de la compra.
Me han observado también a mí, y yo mascullaba: “Voy a comprar, pedazos de mierda hijoputas. Os lo juro.”
Y mañana, volveré a “comprar” como cada día aunque les joda, como siempre hago.
Perros a las órdenes de cerdos… Esto es un circo patético.
Es casi angustioso volver a aquello de “España una grande y libre”.
¿Oís las risas? Son los gamberros del gallinero, les ha hecho gracia lo de “grande”; pero se mean con lo de “libre”.

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