Es un momento en el que pierde totalmente interés la orquesta y su música, porque los invitados del banquete observamos con una media sonrisa si los viejos llegarán sanos y salvos al piso.
Yo diría que dejamos las carnitas a medio masticar ante la expectación. Qué morbo.
Y yo observo todo eso y además, un pequeño caminito sin obstáculos a través de la zona de cocina que lleva al mismo sitio.
Y callo como un zorro, no sería tan divertido.
Tampoco me harían caso, a todos nos gusta grabar videos de caídas.
Al final no hay nada que grabar y volvemos a prestar atención a las macizas de la orquesta.
Otra vez será...
(Experiencias rurales)
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