No quedó ni la piel del diablo.
En cualquier caso, hay mejores frases para calificarse como intuitivo o sagaz.
"¡Qué hijo puta!" o "¡Cabrón!" es mucho más acertado, una sintaxis más correcta, una semántica más realista.
Y si lo dice quien esperamos, no constituye ofensa alguna.
Si se lo dice uno mismo, no vale, nos sobrevaloramos inevitablemente.
El mundo y yo somos dos vecinos mal avenidos. Ella, la vida, me cobra una renta abusiva y yo tiro mis colillas a su patio como venganza.
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