domingo, 10 de abril de 2022

Lógico cuando el adoctrinamiento sectario se convierte en hastío

 

Y es que como ocurrió con el coronavirus, los gobiernos neonazis occidentales han abusado tanto del adoctrinamiento a la chusma (su población sometida) durante la epidemia de coronavirus y ahora con la guerra ruso-ucraniana que muchos empiezan a cansarse de tanta beatitud de los buenos y santos (ucranianos) y tanta maldad de los malos (rusos). Es defensa propia del cerebro cuando quieren invadir tu pensamiento a todas horas con sus titulares de mierda, hacer lo contrario de lo que te decretan de mierda.

¿Qué se pensaban que es una guerra? ¿En qué momento un idiota pensó que una guerra podría ser respetuosa con nadie? ¿De verdad alguien creyó que no se iba a cometer asesinato, muerte, tortura, violaciones y saqueo? Porque ese es el fin de la guerra, someter, dominar, expulsar y matar por el medio que sea.

No hace mucho, a una misma distancia hubo una guerra que no fue tan mediática y tuiteada como la actual. Y una sociedad abotargada de miedo, mezquindad y sobreinformación olvidó la de Bosnia Herzegovina desde 1992 (las olimpiadas en Barcelona) a 1995. Y hubo, como es lógico en toda guerra, genocidio, violación y asesinato. Cuantos más inocentes matas, más te temen y los territorios ocupados aprenden a respetar y reverenciar al invasor. No es ninguna novedad y es algo que no cambiará jamás; cualquiera que sea el país en guerra. No existe misericordia en la guerra. Y cualquier soldado/ciudadano sabe que vivirá más tiempo si dispara primero; es una ley universal como la gravedad.

Los únicos que no cometen esas cosas atroces son los que la ganan, porque son los que juzgan. Es una simple cuestión de corrupción.

Así que de la misma forma que la guerra es carta libre para la matanza, la prensa también tiene carta libre para las mentiras institucionales.

Y si no eres gilipollas, te das cuenta de que es una guerra más y que solo cambia que, ahora un fascismo occidental surgido con ayuda del coronavirus, quiere seguir dictando a la población a quien se debe odiar y a quien amar. Quiere arrancar el dinero de la ciudadanía de sus fríos dedos cobardes e ignorantes multiplicando la tormenta de noticias ideológicas sin cesar las veinticuatro horas del día. Y eso acaba aburriendo y logrando el efecto contrario.

Los fascistas que ahora dirigen el mundo tienen una inteligencia muy básica (la de la ambición y la codicia) y durante un tiempo (de su pandemia) además, solo tuvieron suerte.

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