Quisiera que mi muerte fuera triste, tanto como el final de Cien años de soledad.
No es por vanidad, es que la vida ha sido tristeza durante muchos años y quisiera ser consecuente.
Es incongruente una vida triste y una muerte muda, sin gritos; es humillante.
Sé que mi final será una mediocridad más en el planeta, la imaginación no me hace ingenuo. Me ato muy corto a la tierra, para que mi cadáver no se rompa demasiado al caer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario