martes, 13 de octubre de 2020

Sangre fría



A veces siento un frío que corre por debajo de mi piel y entra como una gélida cuchilla hasta el tuétano de todos los huesos.

Me siento como un cadáver al que no le importa nada más que buscar algo de calor.

¿En qué momento, yo un mamífero, me pasé al bando de los reptiles?

Cuando sentí el gélido aire con el que mi padre muerto impregnaba de nada aquella habitación.

Una vez se enfría la sangre ya no hay forma de calentarla si no es frotando con fuerza y decisión el pene, a veces gimiendo placer, a veces llorando sin consuelo. A él acude toda la sangre de la vida, la sangre que ama con fuerza, la que hierve. Mi pene es un corazón redundante...

Lo que aún, apenas me distingue de un reptil. Y si no hubiera distinción, cielo, estarías enamorada de un lagarto.

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